miércoles, 30 de julio de 2008

Avatar Venezolano-Americano

Un avatar de destrucción musical, nacido en Yúston aunque con larga pasantía en tierra de gracia, viene en camino de la fama. Se llama Devendra Banhart y se dice que viene montando las corcheas que Tío Simon plasmó en sus tonadas, aunque estar empatado con Natalie Portman ciertamente ayuda. "Carmencita" es su último video, en el que un surrealismo bollywoodiano y la presencia de la Portman son el principal reparo. Bueno, eso y el hecho de que la canción esté en castellano caraqueño.
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martes, 29 de julio de 2008

…cedo mi alma inmortal…

A todos nos ha tocado firmar un contrato que nunca leemos, bien porque la pereza nos hace imposible pasar de la línea punteada, bien porque la letra pequeña es tan pequeña que necesitaríamos un microscopio para ubicar los párrafos, bien porque está tan complejamente escrito que sería más fácil entender el sentido de la vida que cualquier cláusula del mismo.

Pero lo que me ha pasado en Francia cada vez que me ha tocado firmar un contrato no tiene comparación. Empecemos por decir que los dichosos contratos están redactados, como es obvio, en la lengua de Molière (sí, con acento al revés y todo), por lo que a un servidor le fue entregada en bandeja de plata una razón más para no leerlos. Lo irónico de esto, es que los gabachos obligan a firmarlos agregando, de nuestro puño y letra, la máxima “lue et approuvée”: LEÍDO Y APROBADO.

Leído y aprobado? Bueh, será que en nuestros países nos podemos escapar al decirle a un juez: “esa es mi firma, pero no lo leí y no lo aprobé”. No quiero ni enterarme de la jurisprudencia que obligó a tomar esta molestia a los franceses. Pero es que esto no se queda en la mentada frase, sino que en el banco me obligaron a copiar un párrafo completo donde decía que leía y aprobaba las normas generales de la banca francesa. Lo único que podía hacer era reirme y decirle a mis amigos que si no sería suficiente si firmaba con sangre la venta de mi alma inmortal.

El colmo llegó cuando fui a firmar el contrato del alquiler. A mi amiga Tania, que a la sazón fungía como mi fiadora, la pusieron a copiar párrafo por párrafo y cláusula por cláusula el contrato completo de fianza!!! Parecía escriba medieval haciendo una copia de la Biblia. Casi media hora le tomo transcribir el texto, que finalizaba con el omnipresente “lue et approuvée”, como si acaso el desgaste de muñeca no fuese suficiente para atestiguar tamaña faena sólo comparable a las planas que mis profes de primaria me ponían a hacer luego de una tremendura. Al final del martirio, Tania en medio de nuestras risas, se voltea y me dice: “no he leído nada, sólo he copiado como una máquina”. Parece que la pólvora seguirá perdiéndose con estos zamuros legales.

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Lost in translation...

Nada puede resumir la horrible experiencia de hallarse en un país con una lengua tan similar y la vez tan incomprensible, como el epigrama “Saber sin estudiar” de Nicolás Fernández de Moratín:


Admiróse un portugués
de ver que en su tierna infancia
todos los niños en Francia
supiesen hablar francés.
«Arte diabólica es»,
dijo, torciendo el mostacho,
«que para hablar en gabacho
un fidalgo en Portugal
llega a viejo, y lo habla mal;
y aquí lo parla un muchacho».

Mi papá me lo recitaba una y otra vez cuando era un niño, hasta que por ósmosis o por el método israelí, me lo aprendí. Pero nunca le había dado mucho coco hasta que pise tierras provenzales. Dios, como pueden hablar algo tan complicado en pleno siglo XXI??? Hasta para los números son medio romanos, porque al ochenta le dicen cuatro-veces-veinte!!!

Espero que de la misma manera que con el poema, este endemoniado idioma vaya reconfigurando mi red neuronal… aunque sería bueno que lo hiciese en menos de un año.
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