Al salir al mundo adulto, se piensa que esta experiencia nos ha hecho madurar y entender que cada persona tiene sus fortalezas y debilidades, y que debemos ser tolerantes o sufrir las consecuencias de enfurecidas hordas de "jocks" y "nerds" que en nuestro camino tendremos que irremediablemente encontrar. Nada más alejado de la realidad, al menos en el mundo de los "nerds", que esperan encontrar alguien significativamente más débil para descargar el super-yo "jock" que esconden en su interior y que ha sido alimentado con las toxinas generadas por tanta humillación.
Como en "La venganza de los nerds", aquel clásico de los 80's en el que los "nerds" de una ficticia universidad norteamericana logran tomar el control de sus vidas para acabar con los odiados "jocks", arrebatándoles el prestigio social y la supermodelo que por novia tenían, los verdaderos "nerds" que pululan nuestros centros de altos estudios planifican su particular versión de la venganza, donde las víctimas no serán los ahora inexistentes "jocks" sino otros "nerds" que a sus ojos no son dignos de compartir el sagrado recinto de formación intelectual que conforma un laboratorio universitario.
Cual comedia del absurdo, ya que poquísimos "nerds" disponen de lo que podríamos llamar buena forma física, los aspirantes a lomo plateado baten sus pechos con la fuerza que les permiten sus superdotados cerebros, potenciados por un ambiente en el que no hay predadores naturales. Siguiendo las enseñanzas de Nietzsche, para quien no había nada más detestable en el mundo que la mediocridad, estos gorilas intelectuales harán que aquel al que se le ve un signo de debilidad reviva la tortura de su época adolescente. Como diría Ruben Blades, pobre del que caiga prisionero, hoy no habrá perdón para su vida. Estúpida actitud, pues si algo debemos haber aprendido de aquellas remotas humillaciones, es que tarde o temprano el humillado puede ser otro.
El poco entrenamiento que tienen los "nerds" en la convivencia social, les lleva a cometer errores que personas "normales" casi nunca tendrían, porque en el mundo "normal" la política domina nuestras relaciones. Sólo aquellos con un poder absoluto pueden darse el lujo de ser apabullantes en su actuar y les puedo asegurar que en el ambiente académico, salvo las poquísimas vacas sagradas que ostentan el envidiado puesto de "catedrático" en cada departamento, ninguno puede despreciar las "relaciones" que mantiene con sus colegas.
Yo te cito en mi artículo, tú me citas el el tuyo. Yo te invito a mi laboratorio, tú me invitas al tuyo. Yo te pongo en mi proyecto, tu me pones en el tuyo. A estas simples reglas se reduce el éxito de un investigador. El reconocimiento, acompañado muchas veces de alguna pequeña recompensa económica, es fundamental en el metabolismo "nerd" y por muy genio que seas, si tienes la propensión a humillar a tus pares, puedes estar seguro que ese reconocimiento no llegará.
Tal vez la situación aquí narrada no debería ser llamada la "venganza de los nerds", sino parafraseando a Hardin habría que denominarla la "tragedia de los nerds", porque es desatada por individuos racionales que constituyen la flor y nata de la intelectualidad mundial. En el país de los ciegos el tuerto es rey, dice el sabio popular, y tal vez sea por esto que los contados "nerds" que tienen capacidad de manejarse políticamente, que abren surcos, siembran semillas y cosechan frutos en el campo de las relaciones personales, aunque sean secretamente vistos por sus pares como seres inferiores, terminan alcanzado los centros neurálgicos de poder y sobre todo de financiamiento, volviéndose más indispensables para un departamento que el intelectual más celoso y exitoso: economía de escasez, simple y sencilla.
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